Ivaginaria / Atum: El dios del autofelatio

AutorElia Martínez-Rodarte

Sé que el sueño de los varones de este universo es poder realizarse una autofelación. ¿Quién en su sano juicio no quiere automamársela? Nadie como ustedes, mis reyes, para dar el ritmo y la armonía que necesita la mamada de sus sueños, como sucede en la masturbación. Tranquilos, es normal, y no se "vuelven" gays, si la idea les causa tanto problema a algunos. Ustedes nada que ver con jotear, sólo sus boquitas boquetonas.

Egipto y la era victoriana son mi eras históricas preferidas respecto a usos y costumbres sexuales, porque representan la comedia y la miseria humana de manera dramática y transgresora. Los egipci@s eran entes sexualizados y con apego a los principios fundacionales de la fertilidad, incluso había dioses de la tierra y la creación, pero les encantaba lo descabellado y atasqué como el incesto, la felación para "pegar" un pene y otras nomás por mamar.

El dios de la autofelación, en este caso Atum (nombre griego del dios egipcio Itemu), "surgió de un océano primigenio" y existe por sí mismo, como un principio creacional y creador. Luego fue asociado con los dioses top de los egipcios y entre sus muchos intercambios culturales y bélicos, ambos imperios se enriquecieron con harta mitología, hasta la náusea.

Durante el periodo griego (heliopolitano) en territorio egipcio, muchos de los dioses y diosas de Egipto se sincretizaron con los de Grecia, que de por sí ya traían consigo una mitología plena de seres cogelones como Zeus, o depravados como Pan, calientes como Afrodita y calienta huevos como Cupido, entre otras fichas.

Pero Atum, con todo ese océano de nada y de todo a su alrededor, se la mamó, literalmente, para crearse a sí mismo y comenzar una incestuosa dinastía, porque a los dios@s egipcios les correspondía casarse entre hermanos; este protocolo lo siguieron los faraones, quienes no se complicaban y forniciaban fraternalmente y creaban descendencia, y tampoco eran muy quisquillosos cuando se trataba de asesinar a los suyos, en especial si se les ocurría la mala idea de desear el trono.

Las diversas tradiciones muestran a Atum como un creador de sí mismo, gracias a su leche milagrosa, pero existen otras versiones en las que se hizo con saliva...

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