Ivaginaria / Leche

AutorElia Martínez-Rodarte

Cierren sus ojitos e imaginen la primera visión en su vida, la de su inicio en este mundo: es la de ustedes en forma de orugas amamantándose del pecho de sus madres. La leche materna, la primera leche de nuestras vidas, fue la que nos dio el primer poder y fuerza.

Pero asimismo se ha convertido en el símil más socorrido para referirse al semen por su consistencia cremosa y blanquecina, que por supuesto, ya ninguna leche en este País tiene, a menos que provenga de una hermosa vaquita, que hasta nata nos regala. Nada que ver con esa cosa fea como meado de cal, que ahora viene en todos los botes.

La leche está presente en muchas de las historias de la creación, y sobre todo cumpliendo un papel fundamental: el de nutrir y el de crear. Cuando la diosa griega, Hera, se enteró que su infiel esposo (y hermano), Zeus, le andaba arrimando a la teta a su bebé bastardo, Hércules, para que se apuntalara como semidios, ésta se puso loca. Con justa razón. Estaba nutriendo al bebé de la amante de su marido. Tan pronto sintió que el pequeño le succionaba el pezón, ésta se lo quita y la santa leche de la diosa se esparció por el cielo, originando lo que conocemos como la Vía Láctea, según cuenta la leyenda.

Existe un contingente enorme de diosas de diferentes culturas, que en algún momento tuvieron que amamantar a mucha banda, no sólo para nutrir a más dios@s, sino como una forma de pasar a otr@, la fuerza de un cuerpo que crea alimento.

Pero las historias de la leche en la creación se han diversificado como fuentes de vida, sea como leche materna o seminal.

En la cultura egipcia de los faraones, la felación y la tragación de semen era una costumbre muy común. Al grado de que no sólo a la realeza se le realizaban con tremendo gusto sus guagüis, por parte de sus esclavos, sino que el pueblo era aficionado a prenderse de los penes porque, como todos sabemos, se siente rico recibirlos y hacerlos.

Pero tan importante era para esa cultura el semen, que cada año el faraón iba a jalársela, literalmente, al río Nilo, y acto seguido todos los invitados a una ceremonia muy rigurosa, también se vaciaban en el afluente para asegurar la fertilidad de las cosechas y para infundirle el poder de la leche a la corriente acuática.

En la...

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