Nosotros los jotos / Monsi y el deseo

AutorAntonio Bertrán

En calzones y erecto, Carlos Monsiváis le dijo "Ven" a Braulio Peralta. Hacía unos días que el preparatoriano de 18 años había conocido al célebre escritor, por entonces de 33 años, en la primera reunión de activistas homosexuales a la que se atrevió a ir, con una mezcla de temor y curiosidad, un día de 1971.

El joven, oriundo de Tuxpan, ya había leído artículos y libros de Monsi, así que cuando lo vio entrar a esa reunión se quedó "azorado". El autor se convirtió en el centro del grupo donde también estaba otra figura fundacional: Juan Jacobo Hernández.

"Un morral en el brazo izquierdo, lentes cuadrados, enormes para el tamaño de sus ojos bajo unas cejas en desorden (...) pelo entrecano, moreno", Monsiváis le pareció a Braulio "feo", como el propio autor se había asumido desde 1966 en su "Autobiografía".

Al despedirse, el preparatoriano se sintió en los cielos porque el intelectual le dio su teléfono y le pidió que lo llamara. Un amigo lo regresó a la tierra: "¡Se lo da a medio México!"

Atraído, se dijo Braulio, "más que físicamente" por ser "alguien de quien puedes entender su mundo y el tuyo en réplica", llegó a su casa en la colonia Portales.

-¿Eres activo a pasivo? -le soltó su anfitrión a quemarropa.

El muchacho no contestó. Era menor de edad para la época, aunque ya había tenido sus queveres. Monsi intentó besarlo, el sabor no le gustó y para desafanarse entró al baño. Cuando regresó a la recámara, oyó ese "Ven" como una orden.

"No aceptas la penetración ni se te para. Lo intenta sin éxito. Tu pene, entre despierto y dormido, no alcanza la fiesta sexual que él pretende. Intuyes que habrá enojo de su parte pero pronto te das cuenta de que te equivocas (...) Se viste, se pone los zapatos. Te invita a salir".

Cuarentaicinco años después de esta escena, me encuentro con Braulio para desayunar y hablar de su nuevo libro, "El clóset de cristal", donde la narra. Nos sentamos junto a un balcón que mira a la calle de Bolívar. Un guapo mesero toma la orden y mi amigo pide que a su platillo no le pongan chorizo ("no por esta vez", nos reímos). "¡Traigo una colitis! Por un asunto personal y por todo lo que ha desatado el libro", me explica.

Sin...

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