De política y cosas peores / Lección de humanidad

AutorCatón

Pepito le dio un abrazo a su papá el pasado Día del Padre. Su mamá se conmovió al ver aquella muestra de filial cariño. El padre, igualmente emocionado, le dijo al pequeñuelo: "Ahora, hijo mío, dale un beso a la que te dio la vida". "¡Ah no! -se asustó Pepito-. Te besaré en la frente, o en la mejilla, ¡pero ahí no!"... Si alguno de mis cuatro lectores piensa que el anterior chascarrillo es indecente, espere a ver el que saldrá en este mismo espacio el último día del corriente mes. Ése sí alcanza el grado extremo de la sicalipsis, hasta el punto de haber sido calificado como "la madre de todas las insolencias" por el reverendo Rocko Fages, pastor de la Iglesia de la Tercera Venida. (No confundir con la Iglesia de la Tercera Avenida, que permite el adulterio a sus adeptos a condición de que cada performance no dure más de media hora, incluido el foreplay). Quien lea aquella vitanda narración se explicará por qué K. Man du Lero, el célebre sociólogo gantés, ha dicho en repetidas ocasiones (307, para ser exactos) que "la moral del mundo ha caído en la inmoralidad"... Propongo la mexicanización del Vaticano. En efecto, México acaba de dar una lección de humanidad. La Suprema Corte de Justicia de la Nación, al fallar por quinta vez en favor del matrimonio entre personas del mismo sexo, sentó jurisprudencia, y de ese modo elevó el matrimonio igualitario a la categoría de norma constitucional. Aun los estados más opuestos a ese tipo de uniones deberán incorporar a sus respectivas constituciones esta disposición que acaba de raíz con una de las modalidades más injustas e irracionales de la discriminación: la discriminación por sexo. Y nadie diga que para aludir a estas uniones no se debe usar la palabra "matrimonio". Emplear cualquier otra designación sería incurrir igualmente en discriminación. Mientras el mundo moderno lucha por instaurar la justicia y la equidad para todos, la Iglesia Católica se mantiene aferrada a una inhumana y anacrónica doctrina según la cual la homosexualidad es una abominación -"el vicio nefando"-, y a pesar de las tímidas manifestaciones del Papa Francisco no hace nada para cambiar su actitud...

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