Amasan su futuro

AutorVíctor Vorrath

PUEBLA.- HACER PAN es una tradición que heredó de su padre y ahora ese oficio le sirve para rehabilitarse antes de obtener su libertad del Centro de Internamiento Especializado en Adolescentes (CIEPA).

Él es un joven de 20 años que ingresó al CIEPA hace tres para cumplir una pena de la cual aún le faltan 22 meses para poder caminar por las calles sin problema.

Su nombre, así como el delito que lo llevó al encierro, es una información que las autoridades ocultan para garantizar los derechos del muchacho, pues al salir del tutelar tendrá su expediente limpio.

Este joven comenzó a fabricar pan en el centro como una forma de ocupar su tiempo y para hacer honor al oficio que le enseñó su familia cuando apenas tenía ocho años.

Después, lo que arrancó como una quehacer más, terminó convirtiéndose en todo un proyecto que en la actualidad recibe apoyo de la iniciativa privada.

"Significa mucho para mí, me siento orgulloso de mí mismo, porque nunca imaginé enseñarle a los chavos de acá, mi papá también se siente muy orgulloso de mí", explicó.

Este muchacho aseguró que la reclusión le hace valorar más a su familia, el estudio y, desde luego, la libertad.

Manifestó que el cariño de su familia lo ha hecho fuerte y que cuando salga del CIEPA le gustaría poner su propio negocio con ayuda de su hermano menor.

Otros chamacos se han sumado al proyecto de la panadería, que actualmente ocupa a seis internos.

La mayoría de los jóvenes cumple una condena en este lugar por homicidio o robo calificado, explicó María de Fátima Martínez, subdirectora de la institución.

La panadería es una de las cuatro actividades laborales del tutelar, ya que también se enseña carpintería, maquila y confección...

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