Entregas en caliente / Aguas termales

AutorGuillermo Hérdez

Después de jactarse de ser el campeón follador de la isla Sado, Ryu Okonosuke desapareció detrás de un biombo decorado de manera medieval con las figuras de Samus Aran luchando contra los piratas del espacio.

Rebeca había aceptado divertida a que el japonesito escuálido y paliducho le enseñara cómo es que él era un experto en las artes amatorias.

No es que el nipón tratara de conquistarla, ni que quisiera pasar con ella un momento romántico, ni que estuviera tratando de impresionarla para incrementar su ego. No. En realidad estaba bastante aburrido porque su huésped mexicana simplemente no se dignaba a jugar videojuegos con él. Desde que la rescató tirada en la playa a donde la arrojó el maremoto, ella se había empeñado en rechazar la gran pasión de Okonosuke. Si le había ofrecido hacer el amor con ella era en realidad por hartazgo.

Rebeca esperaba que reapareciera totalmente desnudo, con alguna bata vaporosa o ya de perdida con una toalla enrollada alrededor de la cintura, pero Ryu regresó completamente vestido cargando un par de cascos como de motociclistas. Al parecer la promesa de hacerle el amor se le había olvidado o al final se había acobardado el muchacho.

-¿Qué pasó? -preguntó Rebeca- ¿Vamos a ir a dar un paseo en moto?

-No -Ryu la miró extrañado-, vamos a tener sexo -respondió tajante y contundente- ¿Qué tipo de música te excita antes de tener relaciones?

-¡¿Qué?! -preguntó Rebeca soltando una carcajada. Le divertía la idea de que existiera un personaje como su anfitrión que creyera que la seducción consistía en poner musiquita- A ver... -dijo retadora tratando de ser ocurrente, convencida de que todo esto era una broma- ... a mí lo que me gusta escuchar antes de follar es... la música que transmiten en la "Chaparrita del cuadrante".

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