Entregas en caliente / Akbar Al Hadid

AutorGuillermo Hérdez

Rebeca está a punto de recibir en su alcoba a Akbar Al Hadid, el nieto del último sultán de Marruecos. Es mucho lo que Rebeca le debe; gracias a él ella pudo abandonar "La Academia", una casa de citas de mala muerte a las afueras de Sevilla de donde se pudo ir invicta sin que ningún cliente pudiera penetrarla. Nadie sabe cómo le hacía la mexicana, pero los clientes se iban felices, satisfechos, sin reclamo alguno.

Previamente a recibirlos, Rebeca embadurnaba su cuerpo con una mezcla casera que hacía de ibuprofeno, hongos cubensis, vermiculita y refresco de cola. Sutilmente los desvestía mientras pasaba su lengua por sus cuerpos, cuando ella se quitaba la ropa, instintivamente ellos querían hacer lo mismo y lamían su cuerpo sin darse cuenta de que se estaban tragando un somnífero muy poderoso. Ya aletargados, a punto de cerrar los ojos, Rebeca fingía un orgasmo y una vez dormidos, los ordeñaba.

Al levantarse, los clientes pensaban que habían tenido una buena follada y además habían dormido como nunca lo habían logrado en años.

Las artes somníferas de Rebeca cobraron fama, así que cuando a Akbar Al Hadid, el nieto del último sultán de Marruecos, se le murió su nana mexicana, Dimitri Yatetenko, el mafioso ruso que se encargó de desaparecer a Rebeca de México y que llevaba meses explotándola en España, se le ocurrió un mejor negocio.

Entre las faldas de los montes Atlas y el desierto del Sahara se juntaron los cuatro mil quinientos camellos que el ruso pidió a cambio de la mexicana. El regateo duró varias horas. Cuando el nieto del sultán vio que Rebeca era pelirroja y tenía un cuerpazo, no como su antigua nana Chonita, que era bajita, rechonchita y con trenzas, no quiso entregar por ella más...

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