Entregas en caliente / All in

AutorGuillermo Hérdez

-Va mi resto -dice el sujeto sentado a la derecha de Paco Jones.

Paco observa la mesa, la torre de fichas acumuladas en el centro de la misma, las que conserva el sujeto frente a sí. Está jugando póquer contra sujetos bastante buenos, pero él es mejor. Llegó a esa mesa de la mano de Lydya, con dos y griegas, una hermosa mujer a la que piensa llevar a su habitación en cuanto termine la partida. El problema es Boris, un mafioso de armas tomar. Sobre todo, porque está convencido de que Paco Jones fue el responsable de la pérdida de su diente incrustado con un enorme diamante. Paco no ha tenido ocasión de explicarle que el verdadero culpable es el detective Trespassos.

-Pago -responde Paco.

En ese momento se despierta el pálpito de las emociones. El mismo que vuelve a las personas adictas al juego, lo que lo justifica. La gente no juega para ganar dinero sino para sentir el golpeteo en el pecho, el nerviosismo. Basta con voltear un par de cartas para que el futuro de uno u otro jugador cambie por completo.

Su oponente muestra un par de Aces. Junto con uno que hay en las cartas comunes consigue una tercia. Es una buena mano. Paco Jones respira aliviado. Lanza sus dos cartas para que todos las vean. Tiene una corrida. Ha ganado. El crupier le acerca todas las fichas mientras el otro hombre se levanta con cara de pocos amigos. Bufa como una disculpa y luego se retira.

Paco Jones cuenta rápido. Nunca había tenido tanto dinero suyo entre las manos. Es una pequeña fortuna. Suficiente para emprender la búsqueda de Rebeca. Sin embargo, sabe que no puede retirarse. Es parte de las reglas de esa mesa: sólo uno de los presentes saldrá con todo el dinero. Y ya sólo quedan tres, Paco...

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