Entregas en caliente / La marcha de la cazadora

AutorGuillermo Hérdez

Rebeca tiene una misión que parece imposible: cazar al último oso gris de la región. A cambio, Konrad Von Hamelmann liberará a sus amigos y podrán continuar con la búsqueda de Paco Jones o, al menos, recuperar sus vidas.

Sabemos bien que Rebeca no es una mujer como cualquier otra. Además de su incomparable belleza, ha aprendido las técnicas de supervivencia en diferentes conflictos armados. Así que no le teme al oso.

Conforme se va adentrando al bosque, se deja llevar por el embrujo de la naturaleza. Siente un estado de ánimo muy peculiar, como si fuera una suerte de comunión. Tal vez por eso se quita los zapatos, para percibir el suelo del piso, las hojas caídas, su humedad. Es como si se estuviera convirtiendo en una parte del bosque. Así que abandona el cuchillo y se pone a tallar la punta de varias ramas contra las piedras. Si va a cazar al oso, va a ser utilizando sólo lo que el propio bosque le brinda.

Respira profundo, caminando con dos especies de lanzas, convenciéndose de que el oso es un buen animal, pero debe ser cazado para liberar a sus amigos. Por eso abandonó sus armas llenas de tecnología. Por eso pronto se despoja de la blusa y de los pantalones, quedando desnuda a mitad del bosque. El sol se filtra entre las hojas de los árboles, provocando sombras que se acomodan a la perfección sobre el cuerpo de Rebeca. Su cintura un claroscuro; sus muslos, que a tantos hombres han desquiciado, un patrón en movimiento de luz y penumbra. Incluso sus tetas se ven más luminosas conforme camina sin hacer ruido. Quien la viera desde atrás, seguro creería que es un hada de los bosques, una aparición mágica, nadie puede tener unas nalgas como las que se camuflan con...

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