Ivaginaria / Puntualidad: venirse al mismo tiempo

AutorElia Martínez-Rodarte

Venirse al mismo tiempo, igual los orgasmos acompasados, es de una perfecta armonía o buena suerte. La fricción de las genitalias, los besos mojados y de afanosas lenguas como pececitos, la mano del pulpo creando caminos en las nalgas y en la espalda: y de pronto ambos sienten cómo un solo latido punzador, a la vagina que hace olas y al pene que anda sacándole humo a su glande mientras las venas explotan, se relajan y bailan orgasmo y eyaculación. Qué bonita su leche con su líquido vaginal, engrosando la malteada más sabrosa.

Entonces, si es tan maravilloso llegar al mismo al sitio en la ejecución del acto sexual, porque la gente no realiza lo conducente cuando se trata de cumplir con el horario de una cita, compromiso, presentación o cualquier mandado que amerite que tu delicioso tafanario se encuentre en tiempo y forma.

La puntualidad, dicen, es un valor que nadie aprecia, pero ante todo es uno de los signos de consideración y de cortesía más delicados. Cuando un@ llega a la hora precisa que le fue solicitado es un indicio de evolución humana. En México hay gente que no cree que presentarse quince minutos tarde sea algo amable. Sí hay puntualidad. Poca, pero sí.

La vida en pareja, de esposos, novios, quedantes, amigovios o cualquier clase de lío que se traigan, puede ser trastornada si uno de los implicados en una relación es quien siempre está esparciéndola porque llega tarde, no se aparece o simplemente cambia los planes al cuarto a la hora.

En una de esas reuniones confesionales en donde cada quien se peina sobre cuál fue su peor calabaceada con su morr@, un tipo comentó que dejó plantada a su novia un primero de enero, cuando iban a ciudad de México a celebrar la llegada del año nuevo. Mientras ella estaba guardando sus calzones en una maleta el 31 de diciembre el otro estaba hasta las trancas en una de esas fiestas que se acaban hasta el dos de enero a mediodía...Aquella se fue sola y aquél recibió el año crudo y perdiendo un avión.

Aunque este puede parecer un caso cruel y extremo, las pequeñas situaciones cotidianas de impuntualidad son dignas de anotar: el esposo que siempre está tarde a comer y la mujer debe calentarle el alimento de nuevo...

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