Nosotros los jotos / Antonio Bertran Rodríguez

AutorAntonio Bertrán

La presentación fue un tanto formal: "La doctora Siobhan Guerrero Mc Manus", dijo Edén Valdivia pronunciando con tono solemne el nombre -"Shibón"-, y para que la académica de la UNAM conociera a este jotillo loco, agregó mi modesto apelativo seguido del apellido.

Aunque soy alto, tuve que estirarme al besar a la mujer de enorme sonrisa, cabello castaño rojizo y cejas tupidas sobre unos ojos chispeantes de inteligencia, quien se había parado sobre sus sandalias del número 13 para saludar y luego volvió a ocupar su lugar en la cabecera de la mesa.

El encuentro ocurrió al mediodía del viernes pasado en un restaurante vegano de la candente Morelia. Yo acababa de llegar para participar en la Fiesta del Libro y la Rosa de la UNAM, invitado por iniciativa de Edén, una alumna destacada de estudios sociales y gestión colectiva, que con 22 años coordina la Red Michoacana de Personas Trans. Me acompañaba Aletze Sebastian Estrada, el chico transgénero que entrevisté para mi libro "Damas y adamados", el cual presentaríamos juntos, esa misma tarde, en la feria.

Alrededor de la mesa había en alegre discusión una decena de maestros y alumnos de la Escuela Nacional de Estudios Superiores que tiene la UNAM en esta ciudad patrimonio de la humanidad. Yo estaba fascinado mirando las coloridas hojas tatuadas en los largos y blanquísimos brazos que Siobhan, y le comenté que eran hermosas. "Es que estudié biología y primero hice botánica", me respondió la también graduada con honores del doctorado en filosofía de la ciencia.

Entre agua de mango, ceviche de soya y varios platos de pozole de setas como el que yo pedí, el tema de conversación era ¡el baño! Concretamente a qué baño debía entrar o se sentiría cómoda de usar una persona transgénero, alguien que nació con un determinado sexo pero su cerebro lo hace sentirse del género contrario, como Edén, Siobhan, Aletze y su camarada Sony Rangel, un estudiante de rostro aniñado, a punto de terminar historia del arte.

Edén y Sony habían planteado esta cuestión a las autoridades universitarias después de decidir vivir su identidad como mujer y hombre, respectivamente. De manera paralela, habían hablado con sus maestros, logrando diferente nivel de aceptación, para explicarles su situación y solicitar que les llamaran con el nombre que habían escogido y no con el que aparecían en la lista. Esto mientras conseguían su nueva acta de nacimiento (Edén fue la primera en recibir el documento, tras la modificación al Código...

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