Una niña bien... mala / ¡Sigue disparando!

AutorMilah

Hace algunas semanas pedí la ayuda de todos ustedes para encontrar un fotógrafo que me apoyara con varias imágenes que necesitaba para un nuevo proyecto que ya les platicaré cuando esté totalmente listo y a su disposición.

En fin, luego de muchas propuestas, acepté la de un chavo que, además de ser un artista bastante creativo, me ofreció un trueque que no pude despreciar: las fotos tenían que ser tomadas reflejando algunas posiciones sexuales y aquel fotógrafo me propuso hacerlas con él mismo, así que yo no podía pedir algo mejor, aquél intercambio era difícil de rechazar.

No les voy a mentir, cuando el día acordado llegó, estaba un poco nerviosa, pues yo nunca en mi vida había visto a aquel hombre y mucho menos sabía si las fotos quedarían bien, pero... ¿qué tenía que perder? A lo mucho sería una tarde llena de cachondeo y ¡listo!

Al fin llegué a su estudio y el susodicho ya tenía todo el set listo. Una cama con un edredón acolchadito, un sillón Kamasutra y unas escaleras nos sirvieron de escenario para aquella travesía.

-Wow, ¡tienes todo ya listo!

-¡Claro! No podía quedarte mal, pasa.

Entre sus múltiples atenciones, él me tenía ya preparado un Merlot para ir aflojando el nervio y comenzar a entrar en calor, mismo que casi de un trago me tomé para de inmediato pasar a cambiarme y comenzar a trabajar.

Mientras me vestía o más bien, me desvestía, mi nuevo compañero de juegos puso musiquita rica, llamó a su asistente y nos dispusimos a comenzar.

Yo iba preparada con una serie de posiciones para lograr la primera serie, pero los ímpetus de aquel amigo sobrepasaron mis expectativas y no pude más que dejarme llevar por el remolino de sus emociones.

Debo confesar que al comenzar estaba un poco tensa, pero luego de un buen beso, ambos entramos en calor y comenzamos a fluir sin ponerle mucha planeación al desarrollo de aquellas fotos.

Mi diminuto juego de lencería azul comenzó a subir la temperatura tanto de mi fotógrafo como de su asistente y, al verlo a él tan vestidito, no pude más que ayudarlo a desprenderse de casi la totalidad de su ropa.

-¿Me quito todo?

-No, deja los boxers, las fotos no pueden reflejar desnudez.

Una gran diferencia fue para mí al fin sentir su piel desnuda en mis manos y luego de un par de ajustes, al fin completamos la química que ambos deseábamos desde días atrás y, luego de unos cuantos movimientos en la cama, al fin tocó mi turno de tenerlo sometido bajo mis caderas.

Aquél juego de trabajo mezclado con placer me...

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