De política y cosas peores / Llamado

AutorCatón

Don Salacio era un maduro señor muy colorido: tenía blanco el cabello, azules los dídimos o testes (vale decir que era descarado y cínico), y verde el rabo. A pesar de sus años conservaba el gusto por esa dulce pasta que es la carne femenina. Su especialidad eran las mozas de servicio. Dueño de la casona principal del pueblo, ninguna de las criaditas que servían en ella se libraba del cerco con que el rijoso carcamal sitiaba a las fámulas y mucamas de la casa. Llegó a ella una nueva sirvientita, zagala en flor de edad, de enhiesta proa y ondulante popa. De sobra está decir que prontamente don Salacio puso los ojos en la muchacha, con la esperanza, claro, de poner luego en ella alguna otra parte corporal de mayor entidad y significación. Una tarde estival, cuando la esposa del viejón dormía la siesta y el resto de la servidumbre hacía morosamente la sobremesa en la cocina, don Salacio arrinconó a Liriola -así se llamaba la criadita- en el cuarto de los triques o trebejos, cuya puerta cerró con picaporte previamente, y la tumbó de espaldas sobre el catre que estaba ahí entre otros muebles ya arrumbados. Asustada por el lúbrico ataque del verriondo viejo, Liriola apenas acertó a decir: "¡Suélteme por favor, señor Salacio! ¡Soy señorita!" "No te preocupes, linda -le respondió, acezante, el erizado vejancón-. En un momento más vas a dejar de serlo". ¡Ah, cuántas veces la pasión carnal pone achusemados a los hombres! Muchos hay que se mantienen firmes ante la tentación del oro, la fama o el poder, pero pocos habrá que se resistan a un munífico tetamen o un tambembe apetitoso. "Tambembe" es expresión que escuché en Chile. Se usa para significar el trasero o conjunto de las nalgas. Ese deseo es la vida que llama, llameante. Es el instinto de conservación de la especie; el grito de la naturaleza que convoca por igual a la mujer y al hombre. En cierta ocasión visité un asilo de ancianos atendido por religiosas. Un lado del edificio correspondía a los viejitos, el otro a las viejitas. Por la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR